sábado, 18 de febrero de 2012

A VISTA DE PAJARO



Siempre me había ido de Nueva York con la tristeza de no haber podido realizar un tour en helicóptero. Pero en esta ocasión no lo iba a dejar escapar, así que un miércoles por la mañana dejamos a las chicas que se fueran de tiendas tranquilitas, sin el agobio de los maridos esperando, y nosotros nos fuimos en taxi hasta el Pier 6, donde está el helipuerto de Liberty. Fuimos allí, después de haber indagado en internet y de preguntar a amigos que habían pasado por esta experiencia.

El taxi nos dejó en el helipuerto y , siguiendo las indicaciones que había en el recinto, entramos en las oficinas. Una de las cosas que mas me gusta de Nueva York es la rapidez con la que cambian de registro lingüístico en cuanto ven que eres de fuera. Efectivamente, mientras mirábamos un cartel se acercó un señor uniformado con aspecto hispano que nos preguntó si podía ayudarnos y ante nuestra respuesta afirmativa nos dio todo tipo de información. Escogimos el tour de 12 minutos, que al final con impuestos se nos puso en 136 dólares cada uno, un poco caro, pero era una ocasión que merecía la pena y ya tocaba hacerlo. Nos pidieron una identificación válida de la que hicieron una copia, suerte que llevábamos el d.n.i, porque los pasaportes los dejamos en el apartamento. Desde los sucesos de las Torres Gemelas, la seguridad en Nueva York es muy fuerte, y la verdad es que se agradece.

Cogimos una taquilla para dejar nuestras pertenencias, ya que estaba prohibido subir cosas al helicóptero, así que dejamos allí la mochila que llevábamos y las chaquetas y esperamos tranquilamente a que nos llamaran, ya que éramos dos personas y había que completar el grupo. Por fin llegó el gran momento y tras pasar por un arco de seguridad tipo al de los aeropuertos nos hicieron una explicación sobre seguridad, por medio de un video de 3 minutos, y nos dieron una especie de riñonera, que ellos llaman dispositivo de flotabilidad, por si la cosa se ponía mal. En el grupo íbamos 6 personas. Salimos fuera y esperamos a que llegara el helicóptero. Antes de subir nos hicieron una foto al lado del aparato y ya entramos en el helicóptero, nos sentaron y aseguraron con los cinturones de seguridad. Yo tuve mucha suerte ya que a las personas mas grandes y pesadas las sentaban en el centro, yo como no soy una cosa ni otro acabé en el lateral izquierdo, genial para verlo todo mejor y hacer fotos.

Contaros que en el momento en el que apareció el helicóptero, el ruido era ensordecedor y los empleados se comunicaban con nosotros por señas. Nos pusieron unos auriculares por los que escuchábamos la voz del piloto, un señor muy amable que por lo visto no se cansaba de estar todo el día arriba y abajo, pero entre que su voz era muy nasal, típica americana, y la escandalera del rotor, de pocas cosas me llegué a enterar, pero no hacía falta, la sola visión de toda la isla de Manhattan no necesitaba explicación alguna, era alucinante, primero porque nunca había ido en helicóptero y la experiencia en si ya vale la pena y luego porqué ver así una ciudad como Nueva York es algo irrepetible. Debajo de nosotros, la estatua de la libertad, por la que pasamos en un sentido y en otro, al otro lado la ciudad de Nueva Jersey, que mirábamos todos de reojo, ya que la atención la teníamos todos en Manhattan. Contemplar todo el skyline desde una atalaya tan privilegiada vale la pena, ver los puentes, las islas como Staten Island o Governors Island, el tráfico fluvial que lleva el río, y lo marrón que se veía el agua. Yo andaba , todo el rato, cambiando entre la cámara de video y la de fotos para dejarlo todo inmortalizado. Los 12 minutos se nos pasaron volando, nunca mejor dicho, y nos quedamos con ganas de más, seguramente repetiré en otro viaje, pero con una ruta diferente.

Os habréis dado cuenta que no digo nada del helicóptero, es cierto, solo noté el ruido del motor, porqué la forma de pilotar era perfecta, ni me enteré, ni siquiera cuando aterrizamos. Ya de vuelta recogimos nuestras pertenencias y pasamos de coger la foto recuerdo, ya que habíamos hecho un montón y no valía la pena. Para volver al centro de Manhattan tomamos como referencia el Empire State , y pasamos de coger un taxi, caminando llegamos allí cruzando la high line y diferentes calles, una buena caminata pero muy amena, hasta vimos a los bomberos de Nueva York en acción, pero eso es otra historia.

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